Ese día, como muchos en temporada de epidemia gripal, Clara tenía una mala mañana.
Las consultas de urgencias amenazaba ser tan concurrida que no creía poder llegar a su casa antes de las cinco de la tarde y darse tiempo para resolver otros problemas domésticos que le esperaban.
A los casos acumulados el fin de semana, se añadían los síndromes febriles recién comenzados.
Llevaba un retraso de más de una hora cuando le avisaron para que acudiera a un domicilio donde un paciente terminaba de sufrir una probable apoplejía.
Nada mas regresar del centro, y mientras daba instrucciones apresuradas para que enviasen una ambulancia a casa del paciente, se le acercó una joven algo nerviosa.
-Por favor, doctora- le dijo.
Hizo como que no la oía y continuó con paso rápido hacia la salida.
-Doctora, ¡por favor!-, dijo alcanzándola por la espalda.
Giró de forma brusca. -No le puedo atender. Pida cita- y continuó el paso veloz.
-Pero, doctora, ¡es que es muy importante!...-.Clara se detuvo.
-Venía a comentarle que mi madre está muy enferma, necesito que venga usted enseguida...-
-Disculpe, pero no puedo ahora. Estoy saliendo para atender una urgencia.
-Vaya a la Guardia y pida otro médico!...-
-Tal vez me convenga cambiar de médico de cabecera-, dijo la joven de mala manera.
Entró, entre ofendida y decepcionada al hospital.
Clara se quedó de piedra. Pero, claro, ¡es que ya no podía más!. La mitad de las veces que la detienen por los pasillos del hospital o por la calle, por supuestas consultas urgentes, no son tales. Los días de tanta presión asistencial termina con la sensación de que nadie valora su trabajo. Los pacientes parecen creer que su problema es el único pendiente de resolver…
La hija de su paciente dió media vuelta y salió del hospital, no sin antes llevarse de admisión una solicitud de cambio de médico de cabecera.
Clara se fué rápidamente hacia el domicilio del paciente, pensando si podría haberlo resuelto de otra manera...
Al finalizar ese día, podría relajarse en su casa y preparase luego para ejercer su profesión un día mas.
La profesión que había elegido.
Hemos convertido todas las profesiones en máquinas de hacer dinero.
ResponderEliminarLas personas no cuentan.
Besos.
se de la profesión por una amiga mía y la verdad hay que tener aguante....
ResponderEliminarLas necesidades del mundo sobrepasan nuestros límites y capacides, eso es un hecho.
ResponderEliminarExigimos más de lo que hacemos con nosotros mismos.
ResponderEliminarHay profesiones realmente vocacionales y esta es una de ellas.
Un beso!
En cada acto médico debe estar presente el respeto por el paciente y los conceptos éticos y morales.
ResponderEliminarAsí, la ciencia y la conciencia estarán siempre del mismo lado, del lado de la humanidad.
Cuando mi papá se estaba muriéndo...de cáncer...el doctor iba a mi casa como un cuervo...la última vez fue para el día de mi cumpleaños un 8 de Febrero, su familia lo esperaba afuera para irse a veranear, todos felices, antes de cobrar su cuenta..de regalo de cumpleaños me dijo...no pasa esta noche...en fin...murió en piel cuatro días después, con él también murió en mi por un tiempo incluso las ganas de vivir, pero sigo aquí dándo la pelea por el cambio...porque gané la gente que tiene corazón y profesión para ayudar y hacerlo por motivación espiritual más que por la material.
ResponderEliminarUn abrazo grande para ti amiga.
Qué tengas un lindo día y una linda vida.
mar