Carmen sabía que él llegaría. Se habían citado a ciegas.
Ella se preocupaba por sus kilos de más, mientras comenzaba a temer que él la hubiera visto y ahora no quisiera acercarse.
Miguel miró su reloj: ella llevaba media hora de retraso. Sospechando que lo había dejado plantado, se levantó para irse.
En ese momento a Carmen se le cayó la hebilla con la que llevaba recogido el cabello.
Miguel, amablemente, la cogió del suelo y se la alcanzó.
A ninguno de los dos les importó que sus citas hubieran fracasado.
Allí mismo armaron una nueva cita.
Mientras, él pensaba cuánto le gustaban las rellenitas y ella se asombraba de lo bien que le quedaban a él los anteojos.
Sí pues, hay personas que toman el amor de una manera casual.
ResponderEliminarEso es el destino.
ResponderEliminarBesos.
hay una preciosa canción de Serrat y Noah que narra algo parecido : "Es caprichoso el azar".
ResponderEliminarSaludos y un beso, reina de los cielos.
esa es la mejor cita, la que no tenían, a la otra ya irian predispuestos y seguro no saldría igual de bien...
ResponderEliminarNo sólo es el destino, hasta lo veo sacado de una película. Será porque nunca me sucedió.
ResponderEliminarMuy bonito, Lucrecia :)
Besos!
Los caminos que se andan a ciegas son los caminos que llevan al mejor destino.
ResponderEliminarNo es desatino lo que se dice, el amor por sí mismo, ciego es.
Un gusto Princesa gustosa de los caballos, sí, Incitatus es el caballo de Calígula, a sus pies.
FINAL FELIZ ME GUSTA.
ResponderEliminarBesos para ti.
mar
A menudo encontramos nuestro destino por los caminos que tomamos para evitarlo... ;-)
ResponderEliminarAbrazo a todo@s
Hace tiempo que no nos veíamos,perdón,es mi culpa.
ResponderEliminarHoy esta cita la asomo a mi ventana.
Besos desde el Sur