sin vida

Manuel temblaba. El agua estaba helada. Sus pies fríos se sumergían sin vida, rígidos y entumecidos, como el corazón cuando la asfixió entre las sábanas. Sufría sin remedio. Sus lágrimas,  inundando el lago del olvido que borraría todos sus pesares. Que lo borraría.  Esa piedra que lo halaba hacia el fondo,  parecía ser un susurro de venganza,  del cual no  se podía desprender. ¿La conciencia? ¿El nudo de la soga? Nunca lo sabrá. Podía ver a través de la oscuridad de su alma,  el resplandor de la luna cortando las aguas.  De esta manera se cortó su respiración, y su último pensamiento fué el de un mundo mejor,  un mundo sin él y sin Lucía.