Cerramos puertas, buscando nuevas salidas, sabiendo que cada portazo es como un puñal clavado en la espalda. Sentimos que lo perdemos todo, que no somos tan fuertes como creíamos.
Hoy dí un portazo estrepitoso, apagué la luz tenue de la frágil llama que se consumía.
He dicho no a seguir creyéndote, he dicho adiós a tu mirada inyectada en lascivia.
No quiero sentir mas tu aroma sobre mi pecho. Termina el viaje del deseo, de la lujuria, de la demencia. Concluye mi dependencia a tus manos, fallece el murmullo de tu voz en la penumbra, rompo con el silencio y la envidiable calma que endosaba tu presencia en mi cama.
Acabo con la angustia de la espera interminable, supliré tu sonrisa con mi llanto pero descanso de lo incierto, del peligro de tu dominio, libero mi piel del fuego que me transformó en cenizas.
Negro mi orgullo, negras mis lágrimas precisas para ahogarte en ellas.
Con mi llanto te esfumas, mirada al frente, altivo y soberbio.
Llamas a otra puerta negando haber tocado en la mía.
No guardaré luto por tu ausencia.
No sé...
ResponderEliminarNo te creo. Parece una pataleta de esas que acaban en reconciliación.
Besos.
Y cómo se logra eso????
ResponderEliminarmar
Los portazos pueden dañar temporalmente los tímpanos y las lágrimas pueden no dejarnos ver lo que tenemos delante. Cuestión de paciencia (y jamás verter colirio en los oídos!)
ResponderEliminarNo guardes luto, pero el negro es un color de muchos recursos...
Bicos desde A Chousa (sin puertas)
Uff! Yo he dado varios portazos de esos que hablas tan gráficamente... pero hay puertas de entrada y salida, como las de del bar de un western americano, cuidado!
ResponderEliminarA veces la puerta, a pesár del golpe, no se cierra.
ResponderEliminarY después tenemos ahí un presencia que inportuna nuestra vida y nuestros recuerdos, que es una amenaza latente para la propia cordura.
Si realmente hay que cerrar la puerta, asegurate de haberlo dejado todo fuera.
Un beso con toda mi ternura, dueña de los cielos.
Hay adioses que duele pronunciar, pero que son imprescindibles para seguir adelante sin dejar de ser quienes somos.
ResponderEliminarSer capaz de decirlos requiere valentía, pero nos hace más fuertes.
Besos
Cuidao, cuidao con los portazos que como se me pille un dedo se va a enterar Lucrecia.
ResponderEliminar¿Por cierto, ya sabe usted que huy es San Carlos Borromeo? Bueno, la dejo que estoy que me meo. (De risa)
Toro Salvaje*:
ResponderEliminarNo hay pataleta ni reconciliación. Se acabó. Ya dí el portazo !
Un beso
Mar*:
Muy fácil. Un día te cansas, entonces te decides, pegas un portazo y ya está !
Besos
Chousa da Alcandra*:
Aunque el ruido dañe los tímpanos, cuando una está decidida no hay tiempo de reflexiones ni de paciencia. :-)
Besos
Mar*:
Cuando una puerta se cierra, se puede abrir otra. La vida continúa y nos da nuevas oportunidades.
Un beso
Rodericus*:
ResponderEliminarPrimero hay que tener la previsión de dejar todo afuera y luego damos el portazo. Aunque a veces no tenemos tiempo para todo.
Un beso
Alís*:
Siempre duele tomar decisiones drásticas, pero hay que tener valentía para decir adiós cuando no hay otra alternativa.
Un beso
Carlos Fox*:
Antes de cerrar una puerta, primero quita la mano para que no te pille un dedo !
Un beso aéreo