diciembre

Diciembre ya no es melancolía. Es cuando me despido del frasco de lágrimas juntadas durante un año.
Es cuando me despido de los quereres, de los haberes, de los anhelos pasados.
Es alegría por la venida del futuro incierto, ese que te hace creer que la próxima vez
lo podrás hacer todo.
De una forma nueva, mejorada, renovando sentimientos, momentos vividos, 
situaciones adversas.
Diciembre me hace creer que todo lo puedo, que no existen imposibles.
Es cuando las promesas, proyectos y deseos, sobran por mi mente.
No hay tiempo para los lamentos. Lo asumo como una mujer, sin reserva de mis debilidades.
Es cuando todo muere, pero sabes que renacerá.  Es cuando me doy cuenta que no 
he perdido nada.
Que estoy mas viva y fuerte que siempre.
Es cuando la angustia que me causaron los sufrires ajenos, los boto a la basura.
Cuando mi basurero personal se llena de todo lo que he desechado y decido reciclarlo para construir nuevas ilusiones y volver a empezar.
Es un viaje sin altos, ni luces amarillas, no hay retornos ni arrepentimientos.
Mi camino está en verde y no pienso detenerme.
Es mi mes favorito, en el que el frío congela mis huesos pero no mis pensamientos,
en el que solo un abrazo basta para entibiar mi cuerpo.
Un mes de respirar sensaciones, de vibrar por lo que siempre he sido... 
de celebrarme, amarme y sentirme.
Lo sé, porque es diciembre...

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