-¿Por qué vienes a mi biblioteca?-. Le preguntó Javier, el bibliotecario, a la única joven que acudía todos los días a leer el único libro que existía en sus estanterías.
-¿No te cansas nunca?-. La joven, que estaba muy enamorada del bibliotecario, se ruborizó con la pregunta.
La única razón que la animaba a acudir cada día a la biblioteca era él y no su único libro.
-¿Cuántas veces lo has leído ya?-. María respondió:
-Ninguna-.
-Ninguna-.
Soy incapaz de leer más de dos palabras seguidas.
-¿No sabes leer?-. Sorprendido, siguió preguntando Javier...
-Cada vez que abro el libro, mi mente solo piensa en una cosa...
¿En qué?- dijo él. -En que...- vaciló ella un instante antes de responder-.
Te Quiero.
El le contestó: Son las dos únicas palabras que hay escritas en ese libro en blanco.
Las escribí yo para tí.
¡¡ Bendita ingenuidad !!. Me gustaria regresar a la edad de la inocencia.
ResponderEliminarUn besazo.
Que romántico.
ResponderEliminarMuy bonito Lucrecia.
Lo escribiste suspirando?
Besos.
¡Que bonito!.Unas palabras hermosas
ResponderEliminaroh! que bonito es el amor cuando es puro y verdadero.....
ResponderEliminarMe acabás de plantar un suspiro y una sonrisa enorme en la cara, Lucrecia. Es bellísimo!!
ResponderEliminarTe felicito :)
Mil besos!!
¡Aiiins! El amor es algo maravillosso
ResponderEliminarBesos amorossos Lucre.
Pues es precioso! El amor correspondido es el pleno amor.
ResponderEliminarNo puedo decir más...
Un beso!
No existe el amor, sino las pruebas de amor.
ResponderEliminarY la prueba de amor a aquél que amamos es dejarlo vivir libremente.
Abrazo a tod@s