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14/5/10

Un Pájaro


Érase una vez un pájaro, adornado con un par de alas perfectas y plumas relucientes, coloridas y maravillosas. En fin, un ave hecho para volar libre e independiente, para alegrar a quien lo observase.

Un día, una mujer lo vió y se enamoró de el. Se quedó mirando su vuelo con admiración, con el corazón latiéndole más de prisa, con los ojos brillantes de emoción. Lo invitó a volar con ella, y los dos viajaron por el cielo en perfecta armonía.
Ella admiraba, veneraba, adoraba al pájaro.

Pero entonces pensó: "¡tal vez quiera conocer algunas montañas distantes!". Y la mujer tuvo miedo. Miedo de no volver a sentir nunca más aquello con otro pájaro. Y sintió envidia, envidia de la capacidad de volar del pájaro.
Y se sintió sola.
Y pensó: "voy a poner una trampa. La próxima vez que el pájaro venga no volverá a marcharse".

El pájaro, que también estaba enamorado, volvió al día siguiente, cayó en la trampa y fue encerrado en la jaula.
Todos los días ella miraba al pájaro. Allí estaba el objeto de su pasión, y se lo mostraba a sus amigas, que comentaban: "Eres una persona que lo tiene todo".

Sin embargo, empezó a producirse una extraña transformación: como tenía al pájaro, y ya no tenía que conquistarlo, fue perdiendo el interés.
El pájaro, sin poder volar ni expresar el sentido de su vida, se fue consumiendo, perdiendo el brillo, se puso mal, y ella ya no le prestaba atención, excepto para alimentarlo y limpiar la jaula.

Un día, el pájaro murió. Ella se puso muy triste, y no dejaba de pensar en él. Pero no recordaba la jaula, recordaba sólo el día que lo había visto por primera vez, volando contento entre las nubes.
Si profundizase en sí misma, descubriría que aquello que la emocionaba tanto del pájaro era su libertad, la energía de las alas en movimiento, no su cuerpo físico.

Sin el pájaro, su vida también perdió sentido, y la muerte vino a llamar a su puerta. "¿Por qué has venido?", le preguntó a la muerte.
"Para que puedas volar de nuevo con él por el cielo -respondió la muerte-. Si lo hubieras dejado partir y volver siempre, lo admirarías y lo amarías todavía más; sin embargo; ahora necesitas de mí para encontrarlo de nuevo"

5 comentarios:

  1. ¡Bonita historia! real como la vida misma...

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  2. Si recordásemos quién nos enamoró cuando nos entran las tentaciones de cambiarlo nos iría mucho mejor. ¿De qué sirve un amor por obligación? Sólo cuando es libre es verdadero.
    Preciosa metáfora, Lucrecia Borgia

    Besitos

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  3. Pilar: Así es, cuando agobias y encierras al amor lo pierdes y después, lo añoras.

    Un beso.

    Alís: Sólo el amor libre es verdadero y duradero. De otra forma se muere y se lo pierde para siempre.

    Besos

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  4. Anónimo6:53 p. m.

    Por eso, querida Lucrecia, yo soy libre . Para amaros a todas y a ninguna.

    ¡Besos!

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  5. Carlos Fox: Como amaros a todas y a ninguna ! Tienes que elegir una y quedarte con ella para siempre.
    Polígamo !

    Besos

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