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31/7/10

Lucas camina !


El hijo de mi hermana tiene doce meses. Por fin ha empezado a dar sus primeros pasitos. Qué cosa más... jodida. Sí, porque, de repente, se ha convertido en un auténtico suicida. Lo primero que uno descubre cuando su hijo empieza a andar es su afición por los deportes de riesgo: concretamente, al niño los que más le gustan son: el "esquinning", que consiste en lanzarse de cabeza contra todas las esquinas, el "tresilling", consistente en subirse al tresillo y tirarse de morros contra la mesa... Y el más peligroso: el "telefunking", que básicamente consiste en correr hacia el televisor y empotrarse contra la pantalla.

Para que no se haga daño, le han tenido que acolchar las mesas, las puertas y las esquinas de toda la casa. Ahora más que en una casa parece que viven en un psiquiátrico. Yo le dije a mi hermana: - ¿Por qué no acolchan directamente al crío..? Y ella me contestó: ¡ yo he parido a un niño, no al muñeco de Michelín!.
Pero seamos justos, a esa edad la vida es muy difícil.

Tiene que ser muy humillante llorar porque tienes sed y que tus padres lo primero que piensen es que te has cagado. Es como si tú entraras en un bar, pidieras una caña, y el camarero en vez de ponerte una cerveza te oliera el culo. Claro, por eso luego quieren vengarse de nosotros y se convierten en kamikazes con pañales: ¿se han fijado que los niños intentan suicidarse atacando nuestros puntos vitales? tú entras en casa, le llamas, y ves que coge carrerilla y viene lanzado hacia tu línea de flotación. En ese momento sólo tienes dos opciones: o bien te apartas y dejas que se estrelle contra el mueble bar y te descojonas de él, o te quedas quieta y dejas que te haga impacto y entonces es él, el que te descojona a ti. Ella, como le quiere mucho, siempre elije la segunda opción, aunque reconoce que a veces le cuesta mucho. Pero volviendo a las manías suicidas, también le ha dado por abrirlo todo: los cajones, las ventanas, la cabeza. Es tal el miedo que le da, que ha acabado jugando al cerrojazo.

Por toda la casa tiene cerrojos: es más difícil salir de su casa que salir de Cuba. ¿Y la comida? Otro peligro. Tú les intentas dar la papilla y él que "pa' tu padre".
Sin embargo, como dejes el jabón a su alcance estás perdida.
Los fabricantes deberían tener esto en cuenta y hacer potitos con sabor a lavavajillas: "Compota de Fairy". Me imagino el eslogan... "Dos en uno: les alimenta y les lava el estómago". ¿Y lo de meterse cosas en la nariz?
Otro peligro.

Me pregunto: Cómo puede nadie encontrar placer en meterse algo por la nariz...? palillos, monedas... Bueno, eso de tragarse monedas es una obsesión familiar.
Vas al médico y al final siempre te mandan que les des un laxante y que esperes a que lo expulse. Y tú todo el día persiguiéndolo con el orinal. Estás más pendiente de la devolución del niño que de la de Hacienda. Es en esa época cuando descubres que el dinero es una mierda. Es que no puedes perderles un segundo de vista.
Ella está tan obsesionada, que el otro día llegó al trabajo y le limpió las manos a su jefe con una toallita.

Aunque esto ha sido siempre igual, mi padre dice que, de pequeña, yo también me tragaba monedas, y aquí estoy.
Y eso que las de mi época eran mucho más peligrosas: ¡salía Franco!

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(in collaboration with Marisa B.)

28/7/10

El Sacristán




Los alaridos provenían de la parte trasera del convento y la alertaron.
Susana se apresuró a salir de la ducha. Azorada, alcanzó a ver lo que ocurría.
Era algo atroz: después de cachetear a la muchacha, el sacristán la tiró al suelo y varilla en mano, comenzó a castigarla con furia. Ella intentó escapar, pero no pudo...

Paralizada, apenas envuelta por una toalla, Susana continuó observando la escena mientras las gotas de agua que caían de su cuerpo comenzaban a formar un pequeño charco en el piso de madera. El sacristán cogió del brazo a la novicia y la arrastró por las escaleras que conducían al lavadero, arrinconándola contra los piletones de cemento. Luego de arrancarle el delantal, comenzó a castigarla. La muchacha lo arañó hasta hacerlo sangrar, pero no pudo detener su brutalidad. Forcejeando, el sacristán logró alzarla de los muslos y presionándola con el cuerpo la obligó a que abriera sus piernas. Se quitó la sotana, luego la ropa interior.

Ya desnudos, la tiró sobre unos atados de ropa sucia y torciéndole un brazo, comenzó a acariciarla. En segundos, la muchacha dejó de resistirse y quedó quieta. Transpirado, con los músculos tensos, le recorrió el cuerpo con sus labios. Finalmente, la cogió de la cintura, la dió vuelta y...

Los gemidos de la muchacha terminaron por descontrolar a Susana.
Entonces lo decidió, era demasiado: se acercó a la mesa de luz, abrió el cajón y cogiendo el control remoto, cambió de canal.

23/7/10

La Tormenta


Una calle vacía, el viento acuoso que levantaba por el aire la basura que la gente había tirado en las veredas antes de que comenzara la tormenta. La lluvia, fría, helada, que dormía las extremidades de unos pocos que todavía estaban vagando por ahí. Los cables de electricidad que bailoteaban al compás de la "música de las alcantarillas" y todo que parecía ponerse cada vez más oscuro. Mientras tanto, un ser intentaba refugiarse en algún lugar, pues la lluvia tenía una inclinación tal que los techos no la detenían.

Ella buscaba lo que nunca encontró, y cuya falta la había llevado a esta situación. Tuvo fastuosos sueños, sueños de grandeza, de aquellos que se tienen cuando no se tiene nada que hacer y nada la conformaba, a pesar de que tenía mucho para disfrutar, no lo había podido hacer, ahora, debajo de la pertinaz lluvia, extrañaba horrores las cosas más insignificantes que componían su vida cotidiana, tomar café a la mañana en la cocina de su casa, escuchar el canto de los pájaros al atardecer, ver a sus niños corretear en la plaza, todo cobraba un valor inmenso en relación a estar bajo esa tormenta enorme.
No pudo avanzar más, se refugió entre unas cajas y chapas amontonadas en la vereda y pasó toda la noche hasta que la luz del nuevo día se hizo presente.

Durante las horas que se encontró sitiada por la tormenta, vió claramente representada ante sus ojos su propia vida, como si la viera en una pantalla, descubrió sus valores, sus errores, sus egoísmos. Descubrió que en realidad ella era útil y no como lo creía hasta hace un instante. Nunca antes había sido tan honesta consigo misma, ni tampoco había estado en una situación tan extrema como esa, ya nadie era culpable de sus dolores, ahora podría presentarse ante el mundo tal como ella era.

Hacía un rato que se había levantado de su refugio y emprendía el regreso caminando por el costado de la calle, los primeros rayos de sol ya asomaban, vió a unas personas salir de una fábrica y en tono amigable se dirigió a ellos.
-¡Hola, que tal, que tormenta anoche!

Las personas la miraron y se miraron entre ellos, hasta que luego de unos cuantos segundos uno por fin se animó a contestarle.

-Disculpe señora, ¿pero de que tormenta nos habla?, ¡anoche no llovió!
Hace una semana que no llueve.

20/7/10

Amor Cibernético


Lo había pensado bien. Estaba dispuesto a acabar con ella. La verdad es que su vida había cambiado mucho desde que la conoció. Fue para él una bocanada de aire fresco, pero ahora era una auténtica pesadilla. Toda su vida giraba en torno a ella y no estaba dispuesto a seguir así.

Al principio todo iba muy bien. Las citas entre ellos eran muy agradables, sus gustos eran parecidos: los libros, la música, las películas, los programas de televisión... Coincidían en muchas cosas. Se pasaban horas y horas hablando, y a él se le pasaban volando, parecía que el tiempo se había detenido. Era muy agradable su compañía, se cuidaba más, se arreglaba esmeradamente.

Todos los que le conocían coincidían en que había cambiado su forma de ser notablemente. Por fin su vida tenía una estabilidad que él desconocía hasta entonces, ella había dado sentido a su vida. Pero ahora... Ahora era distinto. Sentía que con el paso del tiempo esta relación lo ahogaba, se sentía prisionero, no estaba ya tan a gusto. En los últimos tiempos las cosas habían cambiado, había muchos silencios entre ellos y ya no era igual, pero claro, temía confesárselo, siempre había sido muy indeciso, y en eso ni siquiera ella le había hecho cambiar.

Sin embargo, estaba decidido, iba a terminar esto, y de forma fulminante. Habían quedado para esa tarde, como siempre (y desde hacía unos meses ya le era demasiado rutinario) a las siete de la tarde. Esta vez ni siquiera se arregló, la decisión la tenía tomada, tenía que acabar con ella y además en forma drástica.

Cogió un hacha que tenía guardada en el desván, entró en la habitación y esperó.
Aún le asaltaron unas dudas, pero estaba dispuesto a terminar para siempre.

De repente... Apareció ella: él levantó el hacha y le asestó un golpe certero, todo había terminado.
Apenas le dió tiempo a ver en la pantalla el: "Lucy acaba de iniciar sesión".
..........
Los restos del ordenador yacían esparcidos por el suelo.

17/7/10

El Perro Rosado



Era una noche calurosa. Juan se detuvo a sentarse en los jardines del parque, descansando del trajín de ese día en la oficina. Encendió un cigarrillo y le dió la primer pitada con satisfacción. Cuando iba a repetir la maniobra, la señora con su perro llegó lentamente y se sentó en el otro extremo del asiento.

La expresión de su rostro, su aire, su ropa y su anillo, le indicaron que era una señora, que estaba casada, y que era la primera vez que estaba en la ciudad.
Cuando la señora del perro se sentó a su lado, recordó esas historias de conquistas fáciles y lo acosó el pensamiento de una dulce y ligera aventura amorosa.

Llamó amigablemente con un corto silbido al perro, y cuando este se acercó con expresión desconfiada, él lo acarició con su mano. El perro gruñó. Juan volvió a pasarle la mano por la cabeza ...
Entonces se dió cuenta del insólito color del pelo del perro.
¿El color es natural o tiene tintura?, preguntó incómodo.

La señora miró hacia él, bajando en seguida los ojos.
-No, es de una raza asiática- contestó. -No muerde...- agregó, y se sonrojó.

-¿Le puedo dar un hueso?- preguntó Juan. Como ella asintiera con la cabeza, él sonrió turbado.(no tenía ningún hueso...)
-¿Está de paso por la ciudad?. -Sí, llegué hace unos días-, dijo la mujer.

-Abstraído por la conversación, sin mirarlo, extendió otra vez su mano, intentando acariciar nuevamente al extraño perro.

....................

El dolor de la repentina mordida en su mano, lo dejó paralizado y mudo. La sangre comenzó a deslizarse por sus dedos e iba formando un charco en el suelo.
La sorpresa no le permitía coordinar una palabra, un reproche, mientras la sangre seguía fluyendo.
La mujer, confundida, dijo -Lo siento, es la primera vez que reacciona de esa manera... no lo entiendo...- ¿se siente bien?

Un corto silencio siguió a estas palabras.
Luego se levantó y titubeando le dijo: -Me tengo que ir, se me hizo tarde...-.
Sin mas comentarios, giró y se fué con su perro.

Juan se quedó mirándola, sorprendido, mientras envolvía su mano con un pañuelo que se iba tiñendo de color rosado.

Apuró el paso para ir al hospital cercano para curar su mano, mientras pensaba:
¿Como se le había ocurrido a esa mujer tener un perro con ese color horrible?

15/7/10

Tú Puedes Cocinar Pulpo a la Gallega !

Este no es el Pulpo Paul de los pronósticos Mundialistas.

Este es un pulpo Gallego pescado por Alis en Cedeira, en las Rías Altas, en sus vacaciones en Galicia!





12/7/10

La Niña


Una vez había una niña tan pero tan fea que sufría por mirarse al espejo cada mañana.
Era tan fea que la gente evitaba mirarla al hablarle.
Era tan fea que la gente pretendía que no existía.
Los médicos de su país dijeron que no había nada que hacer.
Los padres lo aceptaron y no investigaron más.
Entonces ella aprendió a vivir con su dolor y soledad,
con el amor de su madre y las pocas amigas que la aceptaron como era.
Ella se refugió en la música, en los libros y en la esperanza que algún día su destino cambiaría.

Un día la niña creció y entonces fué a estudiar a la universidad.
Para entonces su esperanza había dado frutos y empezó a ser ligeramente menos fea. Entonces ella se refugió en los libros, en el deporte y en la esperanza
que algún día su destino mejoraría.
Un día llegó a ser una mujer profesional y empezó a trabajar.

Pero lo cierto era que lo que la hacía rara aún no desaparecía y entonces un día decidió pedir un imposible.
Rezó con todas sus fuerzas a Dios para que se apiade de ella y le permita verse normal.

Esa noche buscó en la Internet una palabra que le vino a la mente después de tanto rezar. Esa palabra la llevó a un sitio en el extranjero donde vió fotos de gente que tenían el mismo problema que ella y que ahora se veían normales.
Estos médicos decían que desde hacía mucho tiempo ya era posible para la ciencia solucionar el problema.
Su corazón latió fuertemente y desde ese día su destino cambió.

Hoy la gente siempre quiere mirarla.
Hoy la gente le sonríe desde lejos.
Hoy la gente quiere hablarle.
Pero ella aprendió a mirar a los que nadie mira.
A hablar a los que nadie habla.
A preocuparse por los que nadie se preocupa.
A sonreir a los que nadie sonríe.

7/7/10

El Pintor



Pintaba cuadros. Lo necesitaba.
Así desahogaba sus penas y además le servía para ganar algo de dinero, ya que su arte le había agradado a una señora adinerada del barrio nuevo.
Pintar sobre la desgracia humana le recordaba todos
los dias qué absurda era su vida.
Hoy no quiso pintar y arrojó su caballete por
la ventana, en una crisis de locura.
Hirió gravemente a una transeúnte.
Era la compradora...

5/7/10

La Arpía



La Arpía no es un animal mitológico, ni un monstruo, ni una quimera. La Arpía es real. La Arpía vive en el piso de al lado, te dicta cartas en la oficina o se ha casado con tu hermano.

La Arpía no tiene sexo, ni edad, ni aspecto físico determinado.
Desde que la Arpía entró en mi vida a través de diversas formas, no he conseguido levantar cabeza.

La veo en todas partes, en algunas de ellas puede causar auténticos estragos.
Por eso te aviso. Sólo hay una manera de descubrirla y es penetrando en sus ojos.
Lo malo es que una vez entras en ellos, es casi imposible salir.

1/7/10

Muerte de un Cerrajero


La noche avanzaba inexorablemente sobre los tejados del barrio colonial, tiñendo de pardo aquellos gatos que comenzaban su deambular temprano.
El sutil repicar sonó en la oscuridad y el eco nocturno se encargó de llevarlo a pasear por todo el barrio.

El hombre, padre de aquel repicar, parecía querer contener el sonido con el cuerpo, acurrucándose sobre su objetivo y casi cubriéndolo con la negra capa bajo la cual se notaban sus diestros movimientos.

En efecto, aquél hombre era un profesional y estaba llevando a cabo su tarea.
Los rumores acerca de un asesino despejaron la duda en la mente del guardia ayudados por la lengua sagaz del sereno que había descubierto movimientos sospechosos de un desconocido.

Preparó su arma y respirando hondamente dió el grito de alto.
El hombre acurrucado frente a la puerta dió media vuelta y levantó su mano.
La luz de la luna delató la presencia del metal y el guardia temió irracionalmente por su vida, se dejó llevar por los rumores, por las historias sobre el asesino.
El guardia presionó el gatillo y disparó.

....................

-¡Cerrajero! ¡Una gran profesión!-, exclamó San Pedro sonriendo, mientras sacaba un manojo de llaves y observaba con atención una particularmente roma...